La humanidad, a lo largo de toda su historia, destaca por su incapacidad física. Sin embargo, eso no constituye una limitación, porque tenemos la habilidad de trasladar y alzar objetos de cualquier peso, por extraordinario que este sea, valiéndonos para ello de accesorios de elevación que nosotros mismos hemos desarrollado.
Así, existen máquinas elevadoras, dispositivos que cumplen la función de mover verticalmente o sobre una rampa de pendiente muy pronunciada diferentes cuerpos. Para esto, se aplica una pequeña presión capaz de vencer una resistencia considerable, la cual es la combinación de las fuerzas ejercidas por la masa del ente desplazado y la fricción que ofrece la superficie en cuestión.
Los artilugios para izar objetos se dividen en elementales y compuestos. Los primeros incluyen el gato mecánico o hidráulico, el torno y los mecanismos diferenciales. Los segundos integran diversas unidades de los simples, siendo los de mayor uso las grúas, los montacargas y las carretillas elevadoras.
Máquinas elevadoras elementales
Los gatos son equipos que suben grandes pesos a baja altura. Una de las aplicaciones más comunes es el cambio de los neumáticos desinflados de los vehículos. El modelo mecánico puede ser manual, eléctrico o utilizar un motor de combustión interna.
El funcionamiento del hidráulico se basa en el principio de los vasos comunicantes, cilindros de distinta sección que se encuentran conectados. En el pequeño se ejerce la presión que mueve el volumen del fluido hacia el grande, subiendo de esta forma el pistón donde se apoya el cuerpo a desplazar.
Los tornos poseen un tambor horizontal en el que se recoge el cable que sostiene la carga. Por razones de seguridad, siempre tienen un sistema que impide la caída libre del objeto, usualmente un freno de cinta o zapata. El cabrestante funciona de manera semejante pero, en su caso, el carrete es vertical.
Los mecanismos diferenciales se sustentan en el uso de poleas, instalándose un número par de éstas sobre dos ejes. El correspondiente al grupo superior es fijo y el inferior, que recibe la fuerza, es móvil. También requieren de frenos para que las cargas no desciendan ni retrocedan.
De este modo, el débil ser humano, gracias a su inteligencia privilegiada, idea y construye, basándose en las leyes físicas, complicados sistemas con accesorios de elevación. Éstos le confieren el poder de realizar aquello que por su propia naturaleza jamás hubiera podido hacer, como subir masas, de varias toneladas, a metros de altura.
Comments are closed, but trackbacks and pingbacks are open.